martes, 27 de abril de 2010

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Hay muchas clases de experimentar el silencio.No es lo mismo el silencio que marca las pautas en una melodía, que el silencio opresivo de la nada, de la no respuesta, del duelo. No es lo mismo el silencio de una noche tranquila que el que se crea tras un desastre. No es lo mismo el silencio bienvenido, que el temido silencio de la soledad impuesta e indeseada.

Vivimos en un mundo de ruidos, sonidos superpuestos, volúmenes excesivos…Contra todo esto, el silencio parece una bendición, un bálsamo tranquilizador. Un proverbio chino afirmaba: “"no hay que decir nada que sea menos importante que el silencio"; pero para hacer buena esa máxima, habría que tener la clarividencia de saber cuando algo es importante o deja de serlo.

En ocasiones, los silencios entre grupos humanos se hacen tan espesos que incomodan; todos darían algo por que alguien tomara la iniciativa y rompiera ese silencio hiriente, molesto o incluso fuera de lugar. Otras veces, pagaríamos por que se hiciera el silencio, por fin….Y a veces esperamos que una palabra acabe con el silencio que separa, que aliena, que nos convierte al otro en un desconocido inalcanzable.

Algunos espiritualistas enseñan que, en realidad, siempre hay silencio. Está en nuestro interior, solo hace falta saber encontrarlo. Es el silencio de la quietud, de la paz interior, que puede ignorar hasta el más persistente de los ruidos. Es el silencio que da valor a los sonidos, cuando se desea percibirlos. Es la calma en medio de la vertiginosa cháchara de los pensamientos, que nunca cesan.

Ese silencio, bien tratado, asumido y aceptado, da pie a la reflexión serena, a la meditación que no juzga, ni se turba, ni molesta. Claro que es mejor estar en un entorno donde los sonidos sean suaves y agradables, pero es casi mágico encontrar esa paz en cualquier parte, refugiarse en el silencio de “ser”, simplemente.

Y lo anterior no significa dejar de escuchar a quien nos habla, perderse lo que sucede alrededor, o andar sumido en los propios pensamientos. Ese es el error que lleva a la confusión. Lo ideal es estar alerta de que “la habitación son las paredes y su contenido”. Difícil, pero hermoso.

Eckhart Tolle , en su libro “El Silencio habla”- el título ya es significativo- dice: “Observa que en el momento de darte cuenta del silencio que te rodea, no estás pensando. Eres consciente, pero no piensas.” . Y remarca: “ la verdadera inteligencia actúa silenciosamente. Es en la quietud donde encontramos la creatividad y la solución a los problemas”.

El silencio habla cuando dos miradas se encuentran, cuando dos manos se abrazan. Ayuda a expresar el amor, el cariño, el agradecimiento…, y también emociones menos positivas. El silencio es importante, nos acompaña toda nuestra vida, quizás más allá. Hay que devolverle su lugar, su olvidado prestigio, saber utilizarlo.Saber escucharlo.

4 comentarios:

Mª Carmen Callado. dijo...

Mientras haya silencio habrá encuentro con nuestro yo, pues no es desde el ruido donde nos encontramos. Yo algo tengo escrito sobre las palabras calladas, por tanto, desde el silencio hablo y escribo. Y, desde el silencio te leo y encuentro en ti esa Atlántida que hacía tiempo que no me encontraba diciendo sin gritar lo que siente. Esa forma tan bonita de contar.

Tienes mucho silencio que aportar para que se haga la magia silenciosa de tus palabras.

Lo dicho, un silencioso encanto leerte de nuevo.

Roberto Learsi dijo...

SILENCIO
Guardo como filos de navaja
las cálidas palabras del silencio
quema mi mejilla, las lágrimas
que derrama tu recuerdo
vuelven tus aromas a infiltrarse
entre las sábanas de mis pensamientos

Ausente la palabra está
no puedo expresar mi sentimiento
pero se, que tu puedes entender
el silencio de mi viejo pensamiento
Roberto

Lola Romero Gil dijo...

Este rincón cada día me hace más felíz. No por lo que digo,sino por los que pasáis por aquí. Ya sabéis,gracias :)

Marmopi dijo...

El silencio... ese que, aún sin hacer ruido, nos atruena tan a lo bestia.
El silencio... ese que estando siempre, nos pasa desapercibido.
El silencio... ese que siéndonos a veces tan necesario, no queremos escuchar.

Silencios perdidos y silencios buscados.
Silencios crueles y silencios amables.

Me gusta que no silencies lo que sientes, Atlántida. Queremos oírte aunque sea medio en silencio.

Un besote y ánimo siempre!

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