jueves, 15 de abril de 2010

Paseo marítimo




Él se iba a dar largos paseos junto al mar. El verano estaba en su apogeo, las tardes eran largas, rojizas y cálidas. Seguramente, se paraba en algún bar para tomar una cerveza; miraba la infinidad del agua con ojos soñadores, saboreaba el líquido ambarino, frío. "¡Qué bonito es el mar!", pensaba. Y, lentamente, con la parsimonia de quien tiene mucho tiempo por delante, se levantaba de su asiento y reanudaba su paseo.


Ella languidecía tras las cortinas. El verano era un muro ardiente añadido a ese otro frente al balcón, otro balcón con otras vidas detrás. Solo oía el zumbido del aíre acondicionado llenando la casa, combatiendo con sus pensamientos agobiantes y agobiados por ganar su mente. Soledad, soledad en compañía. Tristeza en el corazón indignado, despechado, doliente. Y, sin embargo,sabía que le esperaba. Quizás si volvía a casa relajado...Quizás habría una palabra amable, un gesto de cariño...¿Donde estaría?,¿donde se iba?, ¿porqué nunca la invitaba a acompañarle?...,¿porqué, si lo hacía, esperaba a estar en la puerta,arreglado y compuesto, sin darle tiempo a estar preparada?...No quería que fuese con él,eso era...Pero si volvía contento, si el paseo le iba bien...


Él llegaba, mohino, se ponía cómodo y ocupaba su rincón del sofá. La televisión encendida,daba igual el programa. Miraba o fingía mirar la pantalla, mientras ella intentaba escrutar su humor, sus gestos, aguardando una palabra. Se sentaba en silencio a su lado, acababa preguntando: "¿como te ha ido?", por iniciar una conversación improbable. Recibía un lacónico "bien", le veía fruncir el ceño y seguir fingiendo interés en el televisor...Ella se iba a otra habitación, a llorar, a rumiar la rabia y la impotencia, la barrera infranqueable de quien lo ha dicho todo, lo ha intentado todo y se siente herida y vacia. Cuando volvía al salón, él dormía con la cabeza ladeada y la televisión encendida...

Se acababa el verano cuando empezó su final. Él se fue para siempre, sin mediar explicaciones. Ella supo que todavía iba a pasear junto al mar, solo, como de costumbre...Le imaginaba meditando "¡qué bonito es el mar!" con una sonrisa en los labios, y arreciaban sus crisis de llanto.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo bueno de saber escribir debe de ser el desahogo. Lo malo es que uno empieza a quitarse prendas, como en un striptease y cuando menos se piensa está desnudo frente al mundo.
Tu relato me ha recordado aquella frase que dice que "de donde no hay no se puede sacar". Pero es duro. Sí...

Marmopi dijo...

Esa soledad deja siempre un sabor muy amargo. Ese sentirse como desangelado y vacío nos machaca a todos porque ninguno nos libramos de esa sensación a veces.

Lo único que nos puede reconfortar es que sabemos que hay otros brazos en los que acomodarnos o una mano dulce que se nos extiende siempre para tirar de nosotros.

Tú no estás sola!!!!

Lola Romero Gil dijo...

Gracias a los dos,sois maravillosos.

No,no estoy sola,aunque a veces no me de cuenta. Estoy con quien quiero estar,tengo a quien quiere quererme.

Muchiiisimas gracias,no me dejéis tampoco. Os quiero.

Viejo Zorro dijo...

Me ha gustao el runiar del buey, tiene miga poetica toa la que se quiera y má, peazo de poseia.

Para elogiar escrito por escrito me tiraría una hartá de tiempo, por eso, hago un plan de reunificación general (Ostia que bien a ha quedao esto) y los elogio tos juntos con un ¡Ole y ole los wuevos de la Lola Romero... Esto de Lola Romero, a fe mía que me ha sonao!!!!!

Un abrazo, o un beso a elegir, hoy estoy de rebajas.

Viejo Zorro

Lola Romero Gil dijo...

Viejo Zorro...,por si me lees..., creo que eres zorro viejo,pero a ver si vas a ser también amnésico y no te acuerdas de qué me conoces :)

Si eso,ya me dirás.Hoy ya me has dado ración y media de subidón,merçí beaucoup.

Hasta siempre.

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